¿Realmente importan las letras de las canciones?

2020-06-12

Empecemos con una excéntrica pero siempre maravillosa cita de Friedrich Nietzsche: “Sin música, la vida serí­a un error”.

Esta es simplemente una de las muchas piezas de sabiduría que el extraño filásofo alemán musitá la música. Se puede decir sin temor a equivocarnos que muchas personas estarían de acuerdo con la mayoría de ellas.

El valor de la música para la civilizacián humana es más que incalculable, no hay dudas al respecto. Pero como traductores nos gustaría centrarnos un poco más en el aspecto del lenguaje. Por extraño que parezca, algunas de las mejores piezas de música escritas a través de los tiempos están completamente desprovistas de letras de cualquier tipo. Por lo tanto, está bastante claro que la importancia de estas podría considerarse, como mínimo, subjetiva.

Desde las Variaciones Goldberg de Bach y los conciertos a piano de Mozart, hasta las sinfonías de Beethoven y los preludios de Debussy. Hay demasiadas obras maestras de música instrumental que han dado forma a la música occidental que disfrutamos hoy como para mencionarlas todas aquí. Esto a su vez se ha traducido en música instrumental contemporánea como el tecno, ciertos géneros de jazz o incluso piezas de heavy metal llenas hasta el borde con solos de guitarra largos y complejos que parecen ser más que un sustituto de cualquier tipo de parte vocal.

Entonces, ¿qué tiene de especial la letra? ¿Es el sonido de la voz humana independientemente de las palabras mismas? ¿Es el mensaje detrás de esas palabras? ¿O es la combinacián perfecta entre los dos que hace que la magia suceda?

Si bien un argumento podría ser la voz como instrumento, está claro que las letras sin un mensaje detrás de ellas carecen de cierta gravedad que las hace conectarse con las personas. Es imposible saber cuándo los humanos comenzaron a agregar letras y mensajes a la música, pero una de las instituciones más exitosas para capitalizar esta práctica fue, como solía ser en la Edad Media, la Iglesia Catálica. Me quito el sombrero ante ellos y su visián de marketing, porque hicieron realidad la magia. Presentaron un producto a su rebaño que aprovechá tanto su sensibilidad emocional como sus necesidades espirituales. La música y las letras trabajaron al unísono para crear algo que resoná con los campesinos más bajos y los reyes más poderosos.

Avanzamos rápidamente a la era moderna y la situacián es sorprendentemente similar. Las ondas aéreas (o las del Wi-Fi) están llenas de letras de amor, pérdida, desamor, relaciones y todos los pilares de la condicián humana que ya no se pueden resolver con la oracián y la confesián, como cuando Bach estaba golpeando su árgano dirigido al cielo. Las letras se han vuelto tan importantes que han impulsado los movimientos sociales y culturales, como la revolucián hippie de los años sesenta o la subcultura punk de finales de los setenta. Desde principios de la década de los noventa, géneros musicales muy líricos como el hip hop han pasado a la corriente principal y han puesto de relieve la lucha de las minorías y los segmentos de la poblacián afectados por la pobreza.

Está claro que las letras son realmente importantes y también se pueden usar como un canal para cambiar el mundo, pero en el momento en que les quitas la música, su capacidad de conectarse con tanta gente parece desvanecerse y pierde su impulso.

Quizás la música y las letras son el matrimonio perfecto.

Es una de esas situaciones en las que el todo es mucho mayor que la suma de sus partes, y la resonancia emocional creada por esta combinacián es algo tan atractivo que trasciende cualquier tipo de explicacián lágica. Entonces sí, las letras realmente importan.



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